miércoles, 23 de enero de 2008



En determinados episodios de nuestra vida, suceden cosas que nos provocan ganas locas de decirnos a nosotros mismos: "la vida me sonríe"

Sin embargo, siempre estarán aquellas necesidades, esas pequeñas molestias o deseos, proyecciones y demás... que nos empujan a seguir adelante con cosas que todavía queremos pero no tenemos. No por eso somos disconformes, sino que somos personas que todavia tenemos grandes motivos para seguir vivos. De ahí que creo que la mejor forma de morir seria cuando uno ya no tenga nada más para pedirle a la vida. Cuando ya hayamos cumplido nuestras metas, vencido nuestros miedos y aprendido de nuestros errores.

Pensamientos así son los que me estimulan para sobrellevar aquellos temores que tan fácilmente nos reprimen de decir esas cosas que intentan salir de nuestras bocas o de hacer eso que tanto queremos. Quisiera llegar al final de mi vida sabiendo que si cometí errores o dejé de actuar, aprendí de ello. Que tuve el valor para dar un paso al frente o para callar, y que pude cumplir con todas esas metas que siempre nos proponemos. Supongo que esa es una de las metas de la vida misma. Espero mantener mi palabra. Ya veremos.

1 comentario:

sol ..* dijo...

Creo que, afortunadamente, nunca llegamos a "alcanzar" todos nuestros objetivos, siempre hay algo más. Lo que importa es haber VIVIDO.

"y que al mirar hacia atrás, no me sobre el precio de la muerte"